En este artículo quiero compartir orientaciones para afrontar aquellos momentos en los que, pese a toda nuestra planificación y previsión, las cosas no salen como esperábamos. Esto puede generarnos frustración o tristeza, pero hay maneras de aprender y adaptarnos. Para ilustrarlo, quiero contaros cómo fue nuestra cena de Nochebuena este año. Si es la primera vez que lees mi blog, te sugiero echar un vistazo a los artículos anteriores: Adaptando la magia a nuestra realidad y Planificando un momento navideño crítico para mi hijo o hija.

Este año decidimos dar un paso adelante y celebrar la Nochebuena con toda la familia, un total de 20 personas. Hace algunos años, esta situación resultó difícil para mi hijo, pero en encuentros recientes había mostrado mayor participación y comodidad. Siguiendo los pasos que compartí en el artículo Planificando un momento navideño crítico, preparé una agenda para el día y se la expliqué a mi hijo. Inicialmente, él comunicó que asistiría. Sin embargo, cuando llegó el momento, dijo claramente que no quería ir. A pesar de los esfuerzos de sus primos para animarle, prefirió quedarse tranquilo en casa. Finalmente, su padre y él se quedaron, mientras que yo asistí a la cena con los abuelos y el resto de la familia.

Confieso que al principio me sentí triste. Después de tanto esfuerzo y preparación, con toda la familia involucrada, mi hijo no participó en la cena de Nochebuena. Sin embargo, algo importante había cambiado en nuestra forma de abordar estas situaciones, y eso es lo que quiero rescatar en este artículo:

1. Comprender mejor a mi hijo.

Entender que hay aspectos de la Navidad que para él no tienen sentido ha sido fundamental. Por ejemplo, su rutina diaria es muy importante, y salir de casa por la noche puede resultarle especialmente complicado. La figura de Papá Noel y el intercambio de regalos son conceptos abstractos que él no logra interpretar de la misma manera. Aprender sobre el Trastorno del Espectro Autista (TEA) y cómo perciben el mundo las personas autistas me ha ayudado a aceptar estas diferencias y respetarlas.

2. Valorar las oportunidades y los momentos positivos.

Aunque mi hijo no asistiera a la cena, su comunicación fue un gran avance. Decir “NO” de forma clara y verbal para expresar que no quería ir es un logro significativo que debemos valorar. Además, en los días siguientes compartió momentos maravillosos con la familia: merendó con sus primos y tíos, caminó de la mano con sus primas sin necesitar mi acompañamiento, y saludó a vecinos y amistades del pueblo. Estas actividades, aunque más sencillas, se adaptaron mejor a su rutina y respetaron su espacio.

3. Gestionar mejor mis emociones.

Es normal sentir tristeza o frustración cuando las cosas no salen como esperábamos. Sin embargo, he aprendido a identificar esos sentimientos y analizar mis pensamientos. En lugar de centrarme en ideas negativas como “Nada sale bien” o “Esto es un desastre”, intento reemplazarlas por alternativas más constructivas: “Mi hijo no quiere salir, sigamos con otro plan” o “¿Qué es lo positivo de esta situación?”. También asumí desde la planificación inicial que el plan podría no salir como esperábamos, porque el objetivo siempre es intentar y aprender.

4. Evitar comparaciones.

Comparar a nuestros hijos e hijas con personas neurotípicas puede ser muy perjudicial. Si te descubres haciéndolo, haz una pausa y reflexiona. Es importante aceptar las diferencias y valorar lo bueno que está sucediendo en el presente. Cada pequeño logro es un motivo para celebrar.

5. Hablar abiertamente sobre el autismo.

En mi caso, siempre explico a familiares y amistades cómo es mi hijo para que puedan entenderle mejor y relacionarse con él de forma respetuosa y cariñosa. Creo que la información y la comprensión son clave, independientemente de la edad de las personas con las que hablamos.

Todavía quedan días de celebraciones y momentos para decidir cómo vivirlas escuchando a vuestros hijos e hijas autistas: Nochevieja, Año Nuevo, Reyes Magos.

 Espero que disfrutéis de estas fechas y que mis reflexiones os resulten útiles. Hay mucho camino por recorrer; por eso me encantaría leer vuestras experiencias y consejos en los comentarios para que, juntos y juntas, podamos aprender y apoyarnos como familias.

¡Felices fiestas! ¡Feliz Año Nuevo!

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